Miles de incondicionales (se estima que unos 7.000) llenaron el patio de butacas y graderío habilitado en el recinto Arena Las Cumbres de Don Benito para ver a Joaquín Sabina en concierto.
Un concierto en el que el cantante de Úbeda cautivó a los presentes con su voz quebrada sobre un imponente escenario. Es lo que tienen este tipo de espectáculos con este tipo de artistas, que, solo con su nombre, sus tablas y su leyenda, en suma, y, eso sí, una estupenda banda acompañante, se bastan para poner al público una y otra vez en pie, pese a que la voz ya no acompañe.
Y es que mientras el público siga llenando a rebosar sus conciertos, como este sábado en Don Benito, hay Sabina para rato.
Con su atuendo característico, Joaquín Sabina conectó en todo momento con el respetable ofreciendo una primera parte de sus temas más recientes y una segunda más volcada en sus éxitos de siempre. Para un taurino como él, se puede decir aquello de que su banda, de vez en cuando, le echó un buen capote para que el espectáculo se fuese a las más de dos horas de duración.
La conexión con el público se materializó no solamente con sus canciones, sino en algunos momentos en los recordó su anterior concierto en Don Benito, allá por los 90 en la discoteca Trípode (junto a la harinera de la carretera Don Benito-Villanueva), cuando al parecer iba a dar concierto en una población cercana, “pero allá me vetaron y acabé actuando aquí”, relató. También hubo dedicatorias para Alejandro Talavante y esposa, presentes en el concierto, para rematar un alegato de defensa a los toros, y para su familia política, los extremeños Oliart.
Con un importante despliegue de luz y sonido y un público entregado fue transcurriendo un concierto que algunos calificaron como histórico y que repercutió positivamente en los establecimientos de Don Benito gracias a un público llegado de distintos puntos de Extremadura e incluso de fuera de la región.