Escrito por el Dr Pablo García (cardiólogo).- Veníamos observando un descenso bastante significativo de la afluencia de pacientes con síndromes coronarios agudos a los hospitales. “¿Dónde están los infartos?” Era una frase repetida en los pasillos del hospital.

Lo que hasta ahora era una impresión que teníamos, pero que no podíamos afirmar con certeza, parece ser una realidad, a raíz de los datos de un registro nacional sobre la actividad de las salas de hemodinámica.
Durante la epidemia de COVID-19 hemos visto una caída en Extremadura del 53% de los cateterismos diagnósticos realizados y hasta un 85% de los procedimientos de angioplastia primaria, que es la técnica que restablece la circulación en la arteria dañada durante el infarto.
Eso quiere decir que los pacientes con infarto o dolor al pecho que deberían haber venido, han aguantado en sus domicilios por temor al contagio en los hospitales o centros de salud. Datos que van en consonancia con un registro en Italia que muestra una caída de más del 50% con respecto al año pasado. Una cifra que no se puede atribuir solamente a la casualidad.
Las consecuencias inmediatas de que esta emergencia médica no se trate en su momento las vemos ahora. Los pacientes llegan menos, pero los que lo hacen vienen peor y con su músculo dañado, y lamentablemente este daño es irrecuperable. Por desgracia, las consecuencias a medio y largo plazo las seguiremos viendo en las consultas de cardiología en los próximos meses.
Por ello es importante recordar que ante síntomas sospechosos no hay que esperar. El infarto agudo de miocardio es una enfermedad cuyo pronóstico depende principalmente de que se inicie tratamiento adecuado lo antes posible. Ante la duda podemos usar el 112, acudir al centro de salud o a urgencias del hospital. A nivel de atención primaria y consultas especializadas se está haciendo un gran esfuerzo por contactar telemáticamente con los pacientes por lo que esta vía también puede usarse si hay dudas con los síntomas.
Aunque se siga recomendando reducir las consultas de revisiones y cirugías no urgentes, al mínimo indispensable, hay ciertas emergencias médicas como el infarto que deben ser atendidas sin demora. Nuestros corazones no pueden esperar.