'La unión no es un capricho político, es una necesidad para avanzar en el desarrollo de ambas ciudades'

consulta fusión don benito-villanueva

Artículo escrito por el profesor José Antonio Gutiérrez Gallego.- La unión de dos municipios extremeños ha concitado el interés de toda España, un hecho fuera de lo común en una nación donde hay quien clama por la independencia y la desmembración del estado. Las señas de identidad de los pueblos, el sentimiento nacional y todas esas cosas que aparecen en el antiguo y cansino discurso de los nacionalismos excluyentes están detrás de buena parte de los conflictos de la vieja Europa.
Los promotores y los que creen firmemente en la unión, llevados por la ilusión de este proyecto, no han sido capaces de concitar el apoyo unánime de la ciudadanía, al menos, en la ciudad de Don Benito. Un proyecto atractivo y motivador que tal vez no se ha sabido transmitir en su verdadera dimensión, ha sido acreedor del rechazo de una parte de la ciudadanía que milita en el descontento permanente, con razón muchas veces y otras por puro oficio.
Últimamente, la suerte, que siempre ha jugado un papel importante en la historia, no ha estado del lado de los partidarios de la unión. Algunos fallos organizativos y de comunicación en el proceso de recuento de la jornada electoral, así como lo tremendamente ajustado del resultado de la consulta han aportado razones a los aliados del no. Por si eso fuera poco, una manifestación de agricultores, organizada para reivindicar sus legítimos derechos ante el presidente del gobierno de España, termina en una batalla campal, cuando este venía a bendecir el resultado final del proceso de la consulta. Todo ello ha venido a echar más leña al fuego, más madera a la hoguera que intenta incendiar el proceso, sin saber muy bien cuánto durará el combustible de esta facción de descontentos ni si habrá nuevas acciones desafortunadas que vayan en la misma dirección. Por todo lo antedicho, parece que el proceso innecesariamente se ha puesto en cuestión.
El presidente del gobierno regional, Guillermo Fernández Vara, con buen criterio, ha dicho en una de sus últimas declaraciones que se ha hecho lo difícil, pero ahora viene lo complicado. Esta nueva etapa complicada no se puede abordar de la mejor manera con todo el tremendo ruido de fondo. Ahora es más necesario que nunca hacer pedagogía de la unión, recuperar para la causa al mayor porcentaje posible de la población.
Quizás haciendo de la necesidad virtud, afrontando el debate público y abierto se puedan despejar dudas y llegar a algunos colectivos cautivos por no atender más que a sus propias ideas. Hay que huir de la confrontación que solo da argumentos estériles a los que carecen de ellos y abrir las puertas a un debate sosegado donde cada uno opina con libertad.
Es fácil entender el hartazgo que puedan tener los responsables de los grupos políticos por estar permanentemente justificando su posición y la legalidad plena del proceso, cuando han dado un ejemplo de entendimiento y generosidad en aras del bien común, un fenómeno que emociona por lo poco o nada habitual en la sociedad española del siglo XXI. Sirva pues esta sucinta referencia para agradecer y hacer frente común con los responsables políticos que han emprendido este proceso de fusión municipal, en un momento donde el municipalismo cada vez asume mayor protagonismo.
No hay otro camino para alcanzar el objetivo que debatir, debatir y debatir hasta gastar las palabras, la razón seguro va a resplandecer. Es necesario aglutinar más adeptos para la causa que evite algún movimiento oportunista que pueda atraer a los descontentos y en su movilización torpedear desde la política populista la unificación de las dos ciudades.
La idea de la unión, como han explicado los responsables, no es una cuestión de estos últimos meses, es algo que se viene gestando y deseando desde hace muchos años. Antes era una oportunidad, desaprovechada en todas las ocasiones, ahora es una necesidad para poder alcanzar un mayor nivel de desarrollo.
Las miradas que se han fijado en este insólito caso, donde un hecho acaecido en Extremadura ha servido de ejemplo positivo al resto de la nación, rompiendo la imagen de atraso y crónica amarga que ha acompañado en muchas ocasiones a esta región, no pueden ser traicionadas. El fracaso del proceso sería en buena medida como admitir la
incapacidad de un pueblo para cambiar su imagen. Una imagen de ilusión y apertura en busca de un futuro mejor que enorgullezca a todos y permita a los más jóvenes permanecer en esta tierra.

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